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Nuestras raíces

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Hace unas semanas estuve en una reunión de padres del colegio de mi hijo y me perece interesante compartir algunas reflexiones relacionadas con las relaciones personales y el famoso efecto espejo. El tema, los abuelos. Planteaban varios temas… si se abusa de los abuelos canguro, si los abuelos les permiten demasiado a los niños, los regalitos, … Desde ahí se abrían debates para cada tema. Surgió de todo, pero uno de los temas principales era: ¿Nos parece que los abuelos “malcrían” a nuestros hijos? ¿Cómo lo viven nuestros hijos? ¿Les gusta estar con los abuelos?

Reflexión: para aquellos padres que les preocupa la incidencia de los abuelos sobre sus hijos: ¿realmente afecta tanto en su personalidad el rato que pasan con los abuelos? ¿En qué porcentaje respecto al colegio? ¿y respecto a los padres? ¿Quién les “marca” realmente?
¿A quién se parecen los hijos? ¿A los abuelos, a los profesores o a los padres? Jajajajajaja pensemos en ello…
Tendemos a mirar, criticar, corregir, juzgar,… “los impactos” externos que pueden alterar la educación o personalidad de nuestros hijos (abuelos, sociedad, colegio, canguro,…) , pero si los miramos bien… Y como dice mi madre, “els pots s’assemblen a les olles”… O” tal palo, tal astilla“. Nuestros hijos son como nosotros.

Otra reflexión: Si es así, y nosotros somos como nuestros padres (nos guste o no :-D) ¿hay mucha diferencia entre los “impactos” que los abuelos producen en nuestros hijos respecto a los nuestros?

Una reflexión más: ¿Qué nos muestran los abuelos? ¿Qué nos reflejan de nosotros mismos? ¿Por qué nos pone tan nerviosos que sean tan permisivos con nuestros hijos? Nos muestran que hemos entrado en la misma dinámica que ellos tuvieron con nosotros. Exigencia y obsesión por la educación (o robotización ;-D) . Ellos a su vez veían que sus padres eran permisivos con nosotros. Por norma general los abuelos nos muestran a los padres que debemos ser un poco más ligeros y permisivos. Entramos en la dinámica de la educación. En la obsesión por la educación. Y ahí muchas veces nos perdemos y dejamos de disfrutar de nuestros hijos. Recuerdo un día comiendo en casa de mis padres. Estaba con mi hijo. Y no recuerdo exactamente porqué pero le eché una bronca por algo que había hecho (fui bastante exigente porque creía que en ese momento debía marcar ese límite) y mi padre me miró y me dijo: ¿Pero porque haces eso? ¿Hace falta? ¡Si este niño es un santo! La intervención de mi padre no me gustó, y obviamente me estaba reflejando algo que yo en aquel momento no sube interpretar… Él tenía toda la razón. ¿Realmente es tan importante esto que el niño ha hecho? ¿Estoy disfrutando de la comida con la familia? Se me llevó el patrón automático de “corregir”.

Desde aquí os invito a ser vosotros mismos y a darnos cuenta que somos un referente para nuestros hijos. ¡Quieren ser como nosotros! Y es inevitable. Tomar consciencia de ello nos evitará en parte” luchar” con el entorno por ese miedo inexplicable a que nos cambien al niño.

¡También os invito a todos a que disfrutéis a tope de vuestros hijos! Y en la medida de lo posible, no os dejéis llevar por las reacciones automáticas. Intentad valorar qué es lo más importante en ese momento… Si marcar duramente o seguir disfrutando de ese momento.

¡Aaaaa jugaaaaaar!

Alex

 

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